Villas de Menorca, lujo y comodidad de hogar
A la hora de pensar en una manera bonita y agradable de pasar unos días en familia, se nos ocurren muchos tipos de vacaciones posibles. Todas ellas, claro está, vinculados por el mismo propósito esencial: que sean seguras frente a la pandemia, que, por desgracia para nosotros y nuestras formas de ocio más sociales, sigue presente en nuestras vidas. Hay muchas opciones: una escapada de sol y playa, unas jornadas de senderismo, un poco de turismo urbano y una temporada de aprendizaje histórico y cultural. Pero resulta que, si finalmente optamos por buscar alojamiento en Menorca, en este fantástico destino tendremos todo eso y más.
En ese «más» incluimos, como no podía ser de otra manera, las villas. Las casas que podemos alquilar en Menorca destacan por una doble vertiente que, equilibrada, convierten esta alternativa de alojamiento en la mejor posible. Por un lado, las villas de Menorca son tradicionales. Si nos quedamos a pernoctar en ellas y, por extensión, a pasar confortables veladas en buena compañía tras una larga jornada de excursiones y paseos, el aspecto de los tejados rojos, las terrazas hogareñas y las amplias extensiones vegetales que rodean la casa nos harán sentir como si estuviéramos en nuestro propio hogar.
Hay más, y aquí es donde toca mencionar la segunda vertiente, un contraste armonioso, como ya hemos dicho. Porque alquilar una villa supone también hacer uso del alquiler de casas de lujo en Menorca. Es dicho lucho, caracterizado por las modernas piscinas exteriores, las conexiones a internet y el más que decente mobiliario interior y exterior el que transforman las casas menorquinas en espacios que aúnan en un mismo lugar arquitectura tradicional y modernidad acogedora. No podemos pedirles más y, desde luego, un hotel de muchas estrellas no nos ofrecerá más, y las villas no tienen nada que envidiar a ninguno de ellos.
Nuestra experiencia en Menorca, por tanto, siempre será inolvidable, pero nos dejará una huella positiva mucho más profundo si finalmente nos decidimos a quedarnos a dormir en las villas. Al fin y al cabo, nada como sentirse tan acogido como en casa.