Dulces de pastelería, un capricho permitido
A veces se nos meten en la cabeza algunos pensamientos intrusivos un poco incómodos relativos a comernos deliciosas tartas, crujientes galletas y riquísimos pasteles. ¿Nuestro niño interior, aquel que acostumbraba a comerse la repostería que compraba mamá en alguna fábrica de pastelería? Tal vez. Sin embargo, como adultos nos preocupamos por el consumo de azúcar. A veces en exceso, ya que en los tiempos que corren incluso podemos disfrutar de bizcochos y pasteles deliciosos que apenas contienen azúcar, o que son directamente cero azúcares. Incluso algunos de los productos estrella de la Navidad, como los turrones, ya se comercializan así.
De modo que, si en algún momento queremos darnos un capricho, podemos hacerlo. ¿Por qué no? No tiene por qué ser todos los días, pero si seguimos una dieta sana y en algún momento se nos van los ojos a alguna tentadora pastelería industrial de Madrid, no deberíamos negar nuestras emociones. Además, vamos a ser honestos: nos encontramos en un año muy duro para nuestra salud mental. La pandemia del coronavirus y el confinamiento nos han puesto las cosas muy difíciles y nuestros hábitos de vida han cambiado, y algunos incluso han desaparecido.
Teniendo esto en cuenta, ¿qué hay de malo en bajar un poco la guardia de vez en cuando? Al fin y al cabo, la repostería no solo es un placer para el paladar, sino un arte, y los profesionales reposteros merecen que otras personas valoren sus creaciones como merecen. Si no es un bizcocho común, por lo menos que sean los roscones de Reyes de la Navidad que se aproxima. Además, hoy en día las pastelerías industriales, como cualquier otro negocio, se han adaptado convenientemente a las medidas de higiene contra el virus, y no faltará ni la desinfección de manos ni la mascarilla.
Los dulces son, sin duda, uno de esos pequeños placeres que podemos disfrutar cuando sintamos que las situaciones más estresantes, aquellas que más nos generan ansiedad, se nos echan encima. Seamos un poco amables con nosotros mismos y con nuestras ganas de disfrutar de lo que nos encanta. Está claro que lo necesitamos.