Concienciación y control social sobre las drogas
El neoliberalismo no es la solución, es la perdición. Antes de que alguien me tache de moralista o catastrofista, me explicaré. Las personas neoliberales tienden a pensar que todo es válido, que todo debe regularse; desde la prostitución, tal y como está concebida ahora mismo, hasta el libre mercado en el que las empresas tengan una autonomía absoluta, incluyendo a los gigantes empresariales. Esto se aplica también a las drogas. Muchos creen que las drogas deben legalizarse porque eso acabaría con problemas como el mercado negro, que prohibirlas no es más que pura moralina. Falso. Lo que hace el neoliberalismo es cargarse la fina línea entre lo que es moral y lo que no lo es. En otras palabras, destruye la ética. Quienes nos oponemos a ello no somos «demasiado morales», sino, más bien, sensatos.
Porque si legalizas la prostitución, sin tener en cuenta la trata y la sociedad patriarcal en la que vivimos y, que antes habría que desmontar, los proxenetas se convierten en empresarios. Si legalizas el libre mercado, las grandes corporaciones se comerán los negocios pequeños y familiares. Por último, si legalizas las drogas sin tener en cuenta el contexto sociocultural que lleva a los jóvenes a consumir, crearás drogodependientes legales. Lo que hay que legalizar y promocionar son las campañas antidrogas, las charlas informativas sobre sus consecuencias y, por supuesto, las clínicas de rehabilitación de drogas. Muchas personas cayeron en el consumo de drogas por desinformación y los que ahora quieren salir, solo necesitan un poco de ayuda para conseguirlo.
Esta ayuda no significa solo la desintoxicación de cocaína, heroína o cualquier otra droga considerada dura, sino también, aquellos problemas de sustancias ya legalizadas, como el alcohol. Es muy importante que se financien públicamente los centros de desintoxicación de alcohólicos. El alcohol se puede consumir con moderación, cierto, pero en personas con un cuadro clínico de depresión y ansiedad puede ser una bomba de relojería y nadie quiere que explote. En conclusión, una sociedad avanzada no es una sociedad liberal, sino una sociedad empática y con principios. Prohibir no consigue nada, eso es cierto; pero permitirlo todo, tampoco.