La presencia de empresas de energía solar en Madrid
Hace treinta años, quizá más, numerosos científicos de todo el mundo ya nos advirtieron de los efectos nocivos del cambio climático y la contaminación ambiental. Ahora, aunque a nivel individual cada vez hay más concienciación al respecto, los principales responsables de mitigar esto efectos potencialmente dañinos para la vida humana y la biodiversidad apenas han hecho nada. Sin embargo, lo cierto es que la obligación de gestionar la transición energética, es decir, el paso progresivo e inminente de las energías tradicionales a las renovables, sigue su curso en toda Europa y, por extensión, en nuestro país.
Si hay una ciudad que debe adaptarse a los nuevos tiempos ecológicos antes que otras, es Madrid, sea reduciendo drásticamente sus preocupantes niveles de contaminación culminando sus proyectos de peatonalización de una vez y más allá de rencillas políticas, sea recurriendo a empresas de energía solar de Madrid. El motivo es que es la capital y, como tal, la ciudad principalmente responsable de predicar con el ejemplo. No en vano la capital tiende a irradiar influencia hacia sus ciudades inmediatamente periféricas y, por extensión, al resto de comunidades autónomas. Si la instalación de placas solares en Madrid sirve para ello, tanto mejor.
No obstante, todavía parece que la emergencia climática es secundaria; que hay cuestiones más importantes y peligrosas de manera inminente de las que preocuparse, como la todavía en curso pandemia global de la COVID-19 y la aparición de nuevas variantes cada poco tiempo. No es que haya que quitarle importancia a la crisis sanitaria y a la campaña de vacunación, sencillamente hay que concederle la misma al cambio climático y a la creación sostenible de redes de electricidad sostenible y renovable, como las placas solares de Madrid.
De hecho, quizá debamos incluso concederle más importancia a las circunstancias climáticas que a la pandemia. A fin de cuentas, y aunque ahora parezca que no, la pandemia tiene fecha de caducidad. No así el calentamiento global, que lleva décadas actuando y, si los principales gobiernos y las empresas poderosas del mundo no hacen nada, solo irá a peor. Todavía estamos a tiempo de evitarlo.