¿Y tu seguridad dónde queda?
Sin duda alguna el internet, aunque no lo vimos de esta manera en sus inicios, llegó a nuestras vidas para revolucionarla en absolutamente todos los sentidos y siendo ahora la punta de la lanza de la revolución digital. No solo ha modificado la manera en la que se llevan a cabo la mayoría de nuestros trámites, sino que inclusive ha modificado y moldeado nuestros hábitos de consumo dotándoles no solo de facilidad, sino de una inmediatez nunca antes si quiera imaginada.
Esta misma modificación se ha dado en nuestros hábitos financieros, los cuales también se han visto revolucionados por estas características de inmediatez y facilidad que suelen ofrecer los medios online. Desde la década pasada para casi todos los usuarios se ha convertido en un escenario ideal la existencia de los préstamos inmediatos ni procesos burocráticos de papeleo que se pueden conseguir en línea, sin embargo esto también ha causado que muchos usuarios se vuelvan desprevenidos al momento de recurrir a servicios financieros en línea.
La cultura del internet no es ajena a este nuevo factor de despreocupación de los usuarios, y es justamente esto lo que ha hecho proliferar en el internet todo tipo de abusos y estafas que asechan a los usuarios de las redes, habiendo personas (y hasta entidades completas) siempre a la cacería de los descuidos o procurando tomar ventaja de la atención de los usuarios ante los pequeños detalles que componen las transacciones que miles de usuarios realizan de manera cotidiana, las cuales en el mejor de los casos termina instalando con nuestro desprevenido consentimiento un programa molesto en nuestro dispositivo u ordenador, pero que en otros casos puede derivar a un severo crimen de estafa, suplantación de identidad o robo de información.
Recordar que a veces cuando algo suena demasiado bueno para ser verdad, lo es puede ser una recomendación fundamental para muchos usuarios que se ven cegados ante ofertas sumamente llamativas con muy bajas tasas de interés y condiciones aparentemente sin desventaja alguna, pero que en sus términos y condiciones terminan teniendo costos asociados que no se ven en la oferta inicial o productos secundarios que no se veían en un primer lugar y terminan encareciendo los servicios mucho más de la cuenta.
Recordar también que ningún servicio bien establecido va a vulnerar ni solicitar información delicada de los usuarios también es de fundamental importancia; en ningún caso una entidad bancaria requerirá ni contraseñas, ni números de tarjeta u otros datos, y que ahora con la existencia de plataformas de pago online (como puede serlo Paypal, por ejemplo) cada vez menos páginas dedicadas a las ventas solicitan información de pago más allá que un correo electrónico es algo a tener en mente para nunca dar más información de la necesaria.